La mujer que bordaba con hilos de cerezas by Montse Puchol

La mujer que bordaba con hilos de cerezas by Montse Puchol

autor:Montse Puchol [Puchol, Montse]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Erótico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2018-05-01T04:00:00+00:00


9

Emma salió de la casa de Alex subida en una nube. Era libre, por primera vez en su vida era libre. Hacía lo que quería, y la vida le recompensaba con felicidad, satisfacción y fuerza.

Llegó a clase justo a tiempo. También hay que decir, que lo hizo con un aspecto algo descuidado, y es que aunque intentó peinarse y recomponer su apariencia en el ascensor, cuando se marchaba de casa de Alex, solo fue un intento que no dio muy buen resultado. Ella, ni se percató de que llevaba la camisa mal abrochada, ni tampoco, de que su pelo, aún seguía algo revuelto. Afortunadamente, sus compañeros tampoco prestaron atención al desaliño, seguramente porque cuando se tiene otra mentalidad, uno solo le da importancia a lo que realmente la tiene. Y el aspecto de alguien es solo una anécdota. Una anécdota, eso sí, que no pasó desapercibida cuando llegó al hogar familiar.

Entró en casa, con la chaqueta en la mano y con una sonrisa tatuada en los labios, que desapareció de inmediato, al encontrarse a Jonas saliendo de la cocina. El cual no solo le dedicó una mirada repleta de asco, si no que después de darle un repaso de arriba abajo, dejó claro cuál era su sentencia.

—Pareces una zorra. Péinate un poco y abróchate bien la blusa. Lola está en el salón, al menos, que no te vea con esa pinta. Que no se dé cuenta que su madre es una puta.

No dijo nada más, simplemente se dio la vuelta y desapareció por el pasillo. Rápidamente, Emma mirándose frente al espejo que había en el recibidor, volvió a abrocharse la blusa, se peinó con los dedos y manteniendo la respiración, se vistió de normalidad.

—Hola cariño —dirigiéndose a su hija que estaba, medio sentada, medio estirada, en el sofá, viendo una serie de televisión—. ¿Ya has cenado?

—Hola mamá. Sí, he cenado una ensalada de tomate con nueces, y queso de cabra.

Emma que había dejado sus cosas sobre la mesa del comedor, se sentó junto a su hija.

—Suena bien. Seguro que estaba buenísima.

—¿Y tú?

—Yo qué.

—¿No vas a tomar nada?

—No, no tengo hambre.

—Pues muy mal, porque te he dejado algo preparado.

—¡Ah sí! Qué grande eres cariño.

Emma se levantó, y después de llenar de besos a Lola de forma divertida se fue a la cocina, y de vuelta al salón, con un plato en una mano y una copa de vino en la otra, se volvió a sentar.

—Me has preparado un kebab. Tiene buena pinta.

—Debes aprender a probar cosas nuevas.

—Pues tienes razón —con la boca llena—. Oye, esto está buenísimo.

—Claro. —Lola miró a su madre divertida y satisfecha.

—¿Mamá?

—Dime cariño.

—Qué está pasando.

—Qué quieres decir —intentando mostrar desconocimiento.

Lola miró a su madre con cierta recriminación.

—Por favor, no me tomes por idiota, que ya no soy una cría. Te da por volver a estudiar, ya no estás casi nunca en casa, entre papá y tú hay un mal rollo, que no veas.

—¿Y te parece mal? Digo lo de volver a la escuela de arte y todo eso.

—No, todo lo contrario.



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